La historia de Lili y el entrenamiento HIST
Testimonio real de una de nuestras clientes de SUMA Entrenamiento
Hoy os traemos el testimonio de Lili, usuaria de nuestra área de entrenamiento:
Empecé a trabajar en el sector del fitness hace 20 años, atendiendo a personas que buscaban mejorar su salud acudiendo a mis sesiones de entrenamiento. La mayoría buscaban simplemente encontrarse mejor y otros acudían por recomendación médica.
Con el tiempo fui siendo cada vez más consciente de que en el caso de sufrir cualquier patología resulta imprescindible tener el acompañamiento de varios profesionales de la salud y del ejercicio.
Desarrollando mi trabajo tuve la oportunidad de seguir formándome y ampliando conocimiento en el tratamiento de patologías y lesiones, que progresivamente fui aplicando en mis sesiones y conmigo misma.
Hace tres años lo que empezó siendo un hormigueo en un dedo acabó siendo una enfermedad autoinmune de tipo reumatoide. Un día me desperté con un dedo de la mano dormido, al día siguiente ese hormigueo empeoró y a los 15 días casi no podía levantarme de la cama.
El dolor pasó del dedo a la muñeca, a los pies y a las rodillas. Sufría un dolor tan intenso que no me dejaba dormir, no podía levantarme de la cama, no podía estar demasiado tiempo de pie ni sentada ni tampoco estar parada.
Yo era una persona activa que realizaba ejercicio casi diariamente y no entendía cómo en poco más de dos semanas no podía hacer nada.
Empezaron a hacerme múltiples pruebas, recorrí más de cinco médicos, varios fisios y diversos terapeutas. En unas semanas me diagnosticaron una colagenosis indiferenciada, una enfermedad autoinmune que impedía hacer vida normal debido al dolor y la inflamación articular.
Sufría tanta inflamación que era incapaz de levantarme y vestirme por mi misma cada mañana. Me limitaba para caminar de modo fluido y mucho menos agacharme o realizar cualquier movimiento de mi vida.
Los médicos se limitaron a pautar medicación y pedir que lo llevara con calma, asumiendo que aquello sólo iba a ir a peor. Recuerdo las palabras de una de las reumatólogas que me trató: “bueno, mujer… ahora sólo estás tomando tres pastillas y con el tiempo cada vez serán más” y mientras escuchaba esto sólo pensaba que tenía 38 años y no me iba a conformar con lo que aquella señora me estaba diciendo.
Me mantuve siempre activa, escuchaba a mi cuerpo y me movía hasta que este me lo permitía.Intenté aplicar todos mis conocimientos pero el dolor prolongado durante meses me lo ponía cada vez más difícil.
En primer lugar me enfoqué en sobrellevar la presión emocional que me producía la enfermedad practicando yoga y estando en contacto con la naturaleza, como bañarme en el mar. Esto resultó de gran ayuda para mantener la calma y claridad mental.
Además de esto, sabía que entrenar fuerza me iba a ayudar, lo había estudiado y aplicado con clientes, con los que tuve la oportunidad de ver su efectividad pero me resultaba imposible hacerlo conmigo misma sin ayuda.
En este punto, conocí a Jonathan que me guió y me acompañó en el proceso de recuperación. Creo que no fue fácil para ninguno de los dos ya que las limitaciones al inicio eran muy grandes.
Durante las sesiones tenía dificultad en realizar los agarres, me fatigaba mucho a nivel respiratorio y después del entrenamiento la inflamación aumentaba de modo inmediato pero después remitía y mejoraba mucho el estado general. Sentía que cada sesión era dar un paso para atrás pero después avanzaba dos pasos adelante.
El entrenamiento de alta intensidad realizado en Suma fue crucial para poder sobrellevar los síntomas de la forma menos mala y supuso un punto de inflexión que posibilitó mi recuperación.
Hoy ha escrito nuestra newsletter Liliana Sío Rivas.
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